viernes, 17 de abril de 2009

Adela

Adela, como todo el mundo la conocemos nació en la comunidad de La Envidia, hija de José Gregorio Holguín Macías y Luz María Zambrano Basurto, por todos conocidos como Goyito y Luz.
Hay un dicho común español que dice “de tal palo tal astilla” y así ocurre con Adela. Sus padres son muy valorados en toda la zona, además de ser padres de una extensa familia, son muy buenas personas. Acogedores con todos aquellos que se acercan, son los primeros que ofrecen su humilde casa para hospedar a los voluntarios y misioneros que llegan a la comunidad. Les encanta reunir a la familia para ofrecer una comida o un velorio a un santo. Quieren mucho a su comunidad y todo lo que pueden hacer lo hacen por apoyarla, sobretodo lo relacionado con la capilla.
Goyito y Luz tienen nueve hijos vivos. Nietos y bisnietos, cuesta contarlos. Con ellos viven dos bisnietos abandonados por sus padres. Los cuales también son ayudados a criar y educar por Adela.
Adela, a sus 39 años, ha tenido seis hijos y 5 nietos. También tuvo otra hija que falleció a corta edad. Ella se lamenta no haber tenido antes la formación como promotora comunitaria de salud para haber ayudado a su hija en su enfermedad.
Al preguntarle a Adela sobre cuál es su compromiso en su comunidad, nos dice que es servir a todas las personas. Ese “todas las personas” lo recalca bastante pues cuando comenzó su formación como catequista y como promotora de salud también comenzaron las críticas sobre ella y las dificultades. Gracias a Dios siempre contó con el apoyo de Manuel, su esposo, pero no faltó quien le decía que se iba a quedar sin mujer, que seguro que ella iba buscando otra cosa cuando salía a las reuniones. Sin embargo, Adela se distingue por ser una mujer con una increíble fortaleza y espíritu decidido para hacer el bien así que ningún comentario le echó para atrás. Ella siguió adelante y en más de una ocasión le ha tocado ayudar y socorrer a aquellos que tanto le achacaban.
No importa si es de día o de noche, a cualquier hora. No importa si vive cerca o lejos, donde sea que esté el enfermo o la necesidad, ella acude y siempre con una sonrisa en el rostro. Nunca pide nada, todo lo hace “de corazón” como dice ella.
Cuando le preguntamos quién es Dios para ella, nos dice con la vida en los labios: “Dios es mi fuerza para seguir adelante, es la luz que me guía a través de su Palabra”. Ella ha ido descubriendo a Dios a través de una vida dedicada a Él. Comenzó como catequista cuando aún era joven. Esos años tenía que caminar unas dos horas y subir tremenda loma para llegar donde daba la catequesis. Ahora vive más cerca de la comunidad y se dedica a cuidar la capilla con esmero.
Aunque el edificio de la capilla de la comunidad está que se cae por efectos del fenómeno de “el Niño”, eso no quiere decir que la vida de la comunidad flaquee. Adela tiene ese carácter de líder nato. Ella convoca a las reuniones, visita a los más alejados y a todos motiva para seguir unidos como comunidad eclesial de base. Es la primera en los trabajos comunitarios, en llevar el botiquín, la bodega de alimentos y lo que sea necesario. No duda en coger el machete o el espeque y ponerse a trabajar si es por ayudar a un fondo comunitario.
Y todo lo hace con ese carácter amable, alegre y bondadoso que distingue a las buenas personas. Nos dice Adela que lo que más le gusta en la vida es ganarse a las personas “con una tacita de café”, tener bastantes amigos, bailar, reír, pasear y ayudar a las personas necesitadas. Sin perder esa luz en la mirada completa la frase diciendo: “y perdonar a las personas que me dan la espalda”.Personas como Adela hacen que la misión tenga sentido. Estoy convencido que el mundo sería un lugar más hermoso si hubiera más Adelas.

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